Diez carreteras de infarto que querrás descubrir con tu nuevo Honda

Ya tienes tu nuevo Honda aparcado frente a la puerta de tu casa. ¿Pero sabes lo que vas a hacer con él? Nosotros te proponemos una vuelta al mundo por algunas de las carreteras más espectaculares jamás concebidas. Se cuentan entre las más valoradas por los conductores ávidos de emociones y hambrientos de paisajes apenas tocados por el ser humano. ¿Te imaginas poder recorrer estas rutas con tu Honda híbrido, sabedor de que no serás tú quien deje huella en estos parajes que se han conservado intactos durante siglos? Toma nota. La elección más difícil será por cuál de todas empezar.

Atlanterhavsveien: la serpiente marina

Su nombre significa “carretera del Atlántico”. Esta sección de la Carretera Nacional 64, con sus escasos 8 kilómetros, es una de las infraestructuras más fascinantes del mundo. Conecta las poblaciones de  Averøy y Eide y en su sinuoso recorrido a través de los fiordos del mar de Noruega, en el gélido Atlántico Norte, atraviesa diversas penínsulas, islas e islotes. El tramo lo forman varias calzadas, viaductos y puentes, entre los que sobresale el de Storseisundet. Su trazado curvilíneo, similar al de una serpiente que se retuerce en un escorzo casi imposible, lo convierte en una auténtica obra de arte. Enmarcado, además, en un paisaje que corta la respiración, con el mar, los fiordos y las montañas nubosas alrededor, al conducir por esta ruta es difícil no sentirse golpeado por el síndrome de Stendhal. Te ves desafiando este bello trazado al volante de tu nuevo HR-V?

Furkapass: curvas peligrosas

Si quieres sentirte como Sean Connery interpretando a James Bond, este puerto de montaña suizo es el lugar más indicado. Y es que esta carretera, 17 km en el corazón de los Alpes, saltó a la fama al escenificarse aquí una de esas persecuciones que no pueden faltar en las películas del mítico espía británico. Fue en 1964, durante el rodaje de “Goldfinger”. Aquí podrás poner a prueba tu pericia como conductor: giros de 180º, desniveles de hasta un 10% y un enclave que no olvidarás jamás, la perfecta curva de herradura que abraza el hotel Belvedere. Con la potencia sin límites y la tecnología punta de tracción del Honda NSX, la trazarás sobre raíles.

Autopista de Ultramar: donde el cielo se une con el mar

Imagina una línea perfectamente recta que se pierde más allá de donde alcanza la vista. Y ahora pinta todo alrededor con tonos azules, esmeralda y aguamarina. Voilà! Es la autopista de Ultramar, en los cayos de Florida. Quizá mucho menos célebre que la Ruta 66, pero no por ello menos singular y atractiva. 180 kilómetros, casi nada, de asfalto que discurren, en su mayor parte, sobre el océano. Cuesta alrededor de cuatro horas atravesarla de principio a fin, pero no querrás que se termine nunca. Un banquete de aguas tropicales, cielos nítidos y horizontes infinitos. Si saliste buscando el amanecer, puede que te dejes sorprender por el atardecer. Música playera, ventanillas bajadas y el sonido del viento, para disfrutar de los Cayos en un Honda e.

Great Ocean Road: un paseo por las antípodas

Decía Samsagaz al salir de la Comarca: “Si doy un paso más, será lo más lejos de mi hogar que he estado en mi vida”. Great Ocean Road, en el extremo más meridional de Australia, se encuentra en lo que para nosotros es justo el otro lado del planeta. Esta ruta de belleza prístina y salvaje va bordeando el océano Austral a lo largo de 240 kilómetros, en el estado de Victoria. La carretera se asoma a acantilados y formaciones rocosas que el viento ha ido esculpiendo durante millones de años, como los “Doce Apóstoles”, el “Arco de Londres” (antes era un puente, pero parte de él se derrumbó y quedó como un arco exento en el mar) o “Tom y Eva”, bautizadas en honor de los dos únicos supervivientes de un naufragio acaecido en 1878. Con la visión panorámica que te ofrece el Honda Crosstar, no te perderás ni un detalle de esta ruta.

Hringvegur: ojo con la puerta del coche

Como su nombre indica, esta carretera es un anillo que circunvala Islandia. Con sus 1.339 kilómetros de longitud, es la carretera principal de la isla y la única que la rodea por entero. A ella se asoman montañas, cascadas y glaciares. Combina rectas en apariencia interminables con curvas de vértigo, tramos asfaltados y de gravilla, áreas pobladas y páramos dejados de la mano de Dios. Los fuertes vientos de Islandia la azotan con tal intensidad que hay que ir con mucho cuidado a la hora de abrir la puerta del coche. Por increíble que parezca, el viento puede arrancarla de cuajo antes de que te dé tiempo a pestañear. Un paisaje salvaje esculpido para descubrir al volante de un CR-V.

Red Rock Scenic Byway: la arquitectura religiosa del desierto

La ruta estatal 179 del estado de Arizona, en Estados Unidos, es una carretera panorámica que, durante apenas 24 kilómetros, permite disfrutar del desierto en su estado más puro, así como de los dos montes rojizos más icónicos de Sedona: Cathedral Rock, con sus espectaculares pináculos como el órgano de una iglesia o las torres de una catedral gótica, y Bell Rock, una imponente mole redondeada e intensamente roja que realmente evoca una gigantesca campana de bronce. La carretera predilecta de América, con el coche del del año en los USA: el nuevo Civic.

Romantische Strasse: castillos de cuento de hadas

Si creciste fascinado por los cuentos de hadas y disfrutas como un enano con los castillos, las iglesias y los pueblos medievales, esta ruta, ideada en los años 50 con toda la intención de promocionar turísticamente la zona, te encantará. Más de 400 kilómetros, entre Wurzburgo y Füssen, que atraviesan viñedos, montañas y pueblos tan encantadores que casi parecen salidos de un decorado de cine. Y, por supuesto, castillos, castillos magníficos, encaramados en colinas, cuya magia te llevará de vuelta a la infancia y a esos relatos repletos de seres inolvidables que siempre vivían dentro o cerca de un castillo. Un romántico recorrido en pareja en un Honda Jazz, confort, espacio y poder aparcar cómodamente en cada pueblo.

Route Napoléon: siguiendo los pasos del emperador

La Route Nationale 85 se conoce también como Route Napoléon en honor al emperador francés, quien, tras escaparse de su exilio en la isla de Elba, desembarcó en Golfe-Juan y desde ahí, fue ascendiendo hasta Grenoble. Su gobierno duró 100 días. Después de caer derrotado en Waterloo, fue puesto de nuevo a buen recaudo en la isla de Santa Elena. Esta vez de manera definitiva. La carretera nace en la Riviera francesa y recorre diversas regiones al abrigo de los Alpes Marítimos. Pero lo mejor es recorrerla a la inversa, de norte a sur, puesto que las panorámicas en dirección a la costa son infinitamente mejores. Imagínate, además, tener la suerte de poseer un mítico Honda S2000 para disfrutar de esta carretera a cielo descubierto.

Transfagarasan: de curva en curva, tiro porque me toca y caigo en el castillo de Drácula

Noventa kilómetros tiene esta carretera que atraviesa los montes Fagaras, en la cordillera rumana de los Cárpatos. Tiene tantas curvas y tan variadas, que apenas se puede circular a más de 40 km/h en muchos tramos. Y aun así, es una de las carreteras más apreciadas por los amantes del motor. La ruta alcanza una altitud de más de 2.000 metros. Sus curvas, salpicadas de túneles y viaductos, se abren camino por entre montañas boscosas, valles profundos, lagos y cascadas y nos lleva hasta las ruinas del castillo Poenari, residencia del príncipe Vlad Tepes, llamado el “Empalador”. Este monarca valaco del siglo XV fue quien inspiró a Bram Stoker, quien nunca puso un pie en estas tierras, para crear el mito universal de Drácula. ¿Se te ocurre mejor alternativa para disfrutar de este trazado que un Civic Type R?

Trollstigen: la escalera de los trolls

Terminamos donde empezamos, en Noruega y con un guiño a los apasionados de la mitología escandinava y de sus criaturas, trasgos, enanos, elfos y trolls. Esta sección de la carretera 49 también parece fruto de una imaginación desbocada. Cuenta con 11 curvas tan pronunciadas que casi se cierran en una uve. Desde el mirador situado en su punto más alto, se puede contemplar la espléndida cascada de Stigfossen, un prodigio natural con más de 300 metros de caída. Sin duda, la guinda del pastel.

 

¿Con qué Honda harías tú alguna de estas rutas?